El sistema económico que está matando la cultura

Actualmente el mundo está gobernado por dos élites: la economía y la política, llamadas las manos invisibles. Todos sabemos que existen, que un país está gobernado por una serie de hombres de traje y corbata que nadie conoce muy bien. Precisamente son estas manos invisibles las que esquilman a un pueblo, que saquean el capital de los contribuyentes, y que asedian a un país por su ambición. Tal  como se relata en la novela de George Orwell “1984″: “Una sociedad jerárquica sólo es posible generando pobreza e ignorancia”.

Mientras en Latinoamérica, específicamente en Venezuela, Haití, Colombia, Cuba,  México, los gobiernos asumen casos de corrupción, de infamia y manipulación, llegan en muchos casos a mancillar y pisotear los derechos de la ciudadanía, de la misma manera, aunque de forma diferente, ocurre la corrupción en España. Convivimos con la corrupción, la demagogia, la falta de escrúpulos de aquellas personas que, por lo general, visten de traje y corbata y ostentan el poder, cuyas ideologías acaban contaminando las mentes de los ciudadanos, sobre todo de aquellos que están más desprovistos de cultura y educación.

Como apuntó José Luis Sampedro: “Nos educan para ser consumidores y productores, no para ser libres”. A los países en su mayoría industrializados, la macroeconomía les lleva a desvincularse de las acciones de mecenazgo; apostando por la creación de centros comerciales y grandes almacenes. Las naciones, generalmente desarrolladas, poco les interesa el fomento de entidades artísticas, la filantropía, o la compensación económica a los artistas en el hecho de que haya instituciones donde éstos se desarrollen como tales. Ya no existe un “patrocinio cultural” en la comunidad hispanoamericana, no al menos por parte de los gobiernos (en mayor o menor medida), salvo aquellas instituciones que tienen sus principal preocupación en la figura de los artistas. Y de ahí es donde se nutren los creadores y creativos: desde instituciones que apuestan por ellos, organismosreivindicativos que reprochan un sistema materialista, y repudian una sociedad consumista en la que todo tiene un precio. Entre otras razones, este es mi principal motivo por el que me siento orgulloso de colaborar con Cultura Colectiva.

Y con base a esta idea cabe destacar, ¿el capitalismo predomina sobre el talento? Lo cierto es que por un lado, las élites políticas y económicas forjan su territorio para que no caduquen con el tiempo; por otro, el talento de una sociedad, de un país (sea en España o en América Latina), no sólo se derrocha, sino que tampoco se valora; lo cual todavía es peor.

Gracias al talento, al arte, al pensamiento y a la cultura, el hombre ha podido mejorar sus condiciones de vida; se ha podido nutrir de mejores herramientas de supervivencia, ha podido explicar —desde perspectivas distintas— el mundo que le rodea, y sobre todo, buscar para conocerse a sí mismo. Pero nada puede cambiar, si lo primero que no se cambia es la conciencia individual. Y es que todo ser humano ha de tener dos obligaciones para llevar una vida auténtica: la primera obligación es ser feliz —lo que sea que esto signifique para cada uno—, y la segunda obligación es acercarse a la cultura; de esta manera no acabará volviéndose un súbdito del capitalismo, una sombra a la deriva del sistema, cuya condición humana se vea vituperada o pisoteada.

Todo puede mejorarse si empezamos a valorar más la cultura y el talento de un pueblo que la riqueza de un país.

Luis Javier, publicado 25 de julio, Cultura Colectiva

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